It could get ugly, before it gets beautiful



La distancia es a el amor lo que el viento es para el fuego: apaga los pequeños, pero aviva los más grandes.

viernes, 3 de octubre de 2014

Adonis

El cielo tirita con el susurro de un invierno nuevo,
se abren ventanas suficientes para todas las canciones,
 mientras el tiempo que tanto sabía de mí se esconde tras un álamo.

Echo de menos un presente, dos caminos
y una mano que escoja libremente.

Bailando lejos, a paso lento,
en tiempos de viejos molinos y noches arcanas,
allá donde la mirada alcanzaba para ver el celaje gris entre sus cabellos.
Ante mí la tímida luz de sus ojos, el sol enredando mis dedos.

Hoy el viento arrasa los valles de mi hogar,
y la ciudad no sabe lo que pasa,
y el corazón no sabe lo que quiere.

Creí amarte en la clausura de tu ausencia,
creí saberte mía aunque no lo fueras.





sábado, 3 de mayo de 2014

Hombre que mira la luna (Mario Benedetti)

Es decir la miraba porque ella 
se ocultó tras el biombo de nubes 
y todo porque muchos amantes de este mundo 
le dieron sutilmente el olivo 

con su brillo reticente la luna 
durante siglos consiguió transformar 
el vientre amor en garufa cursilínea 
la injusticia terrestre en dolor lapizlázuli 

cuando los amantes ricos la miraban 
desde sus tedios y sus pabellones 
satelizaba de lo lindo y oía 
que la luna era un fenómeno cultural 

pero si los amantes pobres la contemplaban 
desde su ansiedad o desde sus hambrunas 
entonces la menguante entornaba los ojos 
porque tanta miseria no era para ella 

hasta que una noche casualmente de luna 
con murciélagos suaves con fantasmas y todo 
esos amantes pobres se miraron a dúo 
dijeron no va más al carajo selene 

se fueron a su cama de sábanas gastadas 
con acre olor a sexo deslunado 
su camanido de crujiente vaivén 

y libres para siempre de la luna lunática 
fornicaron al fin como dios manda 
o mejor dicho como dios sugiere.

viernes, 11 de abril de 2014

Noches de mayo

Somos tan extraños y mutuos al dolor que abrazamos,
que somos el osado reflejo de un sueño;

Y abusamos de las palabras,
cuando somos ajenos el uno al otro,
cuando el suspiro no calma la piel
y una mano el corazón no toca.

Lejos del muchacho obligado a la luna,
recoge las calles y las noches.
Que la marea llegue a tu arena
y que el viento recoja tus hojas.

Que cuando la brisa devuelva tu perfume a mi mano,
 ilumine de fábulas mi verdad.

Pero aquí abajo
el tiempo desfila sus más alegres trazos,
aquí abajo el horizonte no se entrega al sordo mar,
aquí abajo el miedo no es un fruto amargo.

Cada lluvia agita tus huellas con más violencia,
sacude mi esperanza a prueba de olvidos.
En mayo regresa el viejo enigma,
el deseo insondable de ti,
y una vida que fluye sonámbula en tu ausencia.

Pasan las verdes primaveras y se agotan las danzas en el cielo,
una mirada que se duele, sabiéndose náufraga al no encontrarse en tus ojos.
El aire nocturno advierte que te has tornado verano,
que tus sabores son ahora extraños y que ya no reclamas tu paz.








sábado, 22 de marzo de 2014

Eterna Primavera

Entre llamas ardemos por la violencia del silencio. Coge la vida, coge el fuego blanco entre mis manos, mientras se llueve de estrellas la estéril noche, y el tiempo agita su dulce presencia. 

Quién podría creer la suerte de mis ojos, encontrarse torpe en el aire una mirada despojada de secretos, desnudándonos, descubriéndonos el uno al otro. 

Yo creí verte detrás de esa cortina, creí arrojarnos a ese mismísimo silencio. Allí permanecimos como un grito, cerramos nuestros ojos en voz baja, y mi sombra cansada se deslizó tras de mí. 


Cuando el sueño me abrace, roba mi mano, no soy extraño a los latidos de tu corazón nuevo, no soy ajeno a tu nostálgico abrazar. Que gima el tiempo ahora en mi paz, que yo dejaré mi amor ardiendo en los caprichosos vientos de tu azar.


Me cuesta creer que el placer de tu presencia será tristeza por la mañana, que cuesta creer que en tus ojos dormidos estén aún vivos mis recuerdos, que cuesta creer que ese amor que destilas, que esa remota sonrisa que me destinas no es el desnudo de tu verde mirar. 

Ella duerme ahora, duerme y despierta sus sueños, al amanecer recogerá su beso y sus días, y dejará los cansados deseos tendidos en el balcón. 




'' Puedes venir a reclamarte como eras. 
He conservado intacto tu paisaje. 
Lo dejaré en tus manos 
cuando éstas lleguen, como siempre, 
anunciándote.  ''







domingo, 22 de septiembre de 2013

¿?




- Yennefer. 
    
  Se dio la vuelta, como sorprendida, aunque el brujo no dudaba de que ya de lejos había escuchado sus pasos. Puso sobre la tierra el cubo de madera, se irguió, retiró de la frente los cabellos que se escapaban bajo la redecilla de oro, los rizos retorcidos que caían sobre los hombros.
- Geralt.
    
   Como de costumbre, sólo llevaba dos colores, negro y blanco. Negros cabellos, negras y largas pestañas que obligaban a adivinar el color de los ojos escondidos por ellas. Una falda negra, un corto caftán negro con cuello de piel blanca. Una camisa del más fino lino. En el cuello una cinta negra de terciopelo adornada con una estrella obsidiana cuajada de diamantes.
- No has cambiado nada.
- Tú tampoco.-Yennefer frunció los labios-.Y en ambos casos es lo normal, O, si prefieres, lo anormalmente normal. De cualquier modo, decir esto, aunque pueda ser una buena forma para comenzar una conversación, es absurdo, ¿No es cierto?
- Cierto -afirmó él con un ademán de la cabeza, miró a un lado, en dirección hacia la tienda y las hogueras de los arqueros reales, medio escondidas detrás de las negras siluetas de los carromatos. Desde el fuego más alejado les alcanzaba la sonora voz de Jaskier cantando ''Estrellas en el camino'', uno de sus romances de amor más conseguidos.
- En fin, ya hemos dejado atrás la introducción -dijo la hechicera-. Escuchemos lo que sigue.
- Ves, Yennefer..
- Veo -le cortó con fuerza-. Pero no comprendo. ¿por qué te has unido a nosotros?
- Si dijera a causa tuya, ¿Lo creerías?
   
     Lo miró en silencio, y en sus ojos relampagueantes brillaba algo que no le gustaba.
- Te creo, por qué no -dijo por fin-. A los hombres les gusta encontrarse con sus antiguas amantes, les gusta revivir los recuerdos. Les gusta imaginarse que los antiguos arrebatos amorosos les dan algo así como un derecho perpetuo de propiedad sobre la mujer. Esto influye positivamente en su estado de ánimo. No eres una excepción. Pese a todo.
- Pese a todo -sonrió-. Tienes razón, Yennefer. el verte influye maravillosamente sobre mi estado de ánimo. En otras palabras, me alegro de verte.
- ¿Y eso es todo? Bueno, digamos que yo también me alegro. Alegrados ya, te deseo buenas noches. Me voy, como ves, a dormir. Antes de ello tengo intenciones de lavarme, y para esta actividad tengo la costumbre de desnudarme. Así que vete, para concederme al menos la cortesía de un mínimo de discreción.
- Yen -desplazó la mano hacia ella.
- ¡No me llames así! -gritó ella con rabia, saltando, y de los dedos que apuntó en dirección a él saltaron chispas rojas y azules-. Si me tocas te quemaré los ojos, canalla. 
    
     El brujo retrocedió. La hechicera, algo más tranquila, se retiró de nuevo los cabellos de la frente, se puso frente a él con los puños apoyados en las caderas.
- ¿Qué te pensabas, Geralt? ¿Que íbamos a charlotear alegremente, que íbamos a recordar viejos tiempos? ¿Que quizá después de terminar con la charla nos ibamos a ir juntos al carro e ibamos a hacer el amor, así, para reavivar los recuerdos? ¿Qué?

    Geralt, sin estar seguro de si la hechicera le leía el pensamiento por medio de la magia o si sólo lo había adivinado acertadamente, calló, adoptó una sonrisa torcida.
- Estos cuatro años han hecho lo suyo, Geralt. Ya se me ha pasado y única y exclusivamente por ello no te escupí a los ojos cuando te ví hoy. Pero no te dejes engañar por mi cortesía. 
- Yennefer..
- ¡Calla! Te di a ti más que a cualquier otro hombre, maldito seas. Y tú... Oh, no, querido mío. No soy una puta ni una elfa encontrada en el bosque, a la que se pueda abandonar por la mañana, irse sin despedirse, dejando sobre la mesa un ramito de violetas. A la que se puede dejar al hazmerreír. ¡Ten cuidado! ¡Si dices ahora siquiera una palabra lo vas a lamentar!
   
   Geralt no dijo ni palabra, percibió claramente cómo le volvía el enfado a Yennefer. La hechicera se retiró de nuevo de la frente los cabellos desobedientes, le miró a los ojos desde cerca.
- Nos hemos encontrado, qué se le va a hacer -dijo en voz baja-. No vamos a dar un espectáculo ante todos estos. Vamos a mantener el tipo. Fingiremos ser buenos conocidos. Pero no cometas un error, Geralt. Entre tú y yo no hay ya nada. Nada, ¿entiendes? Y alégrate porque esto significa que he rechazado ciertos proyectos que todavía no hace mucho tenía con respecto a ti. Pero esto no significa que te haya perdonado. No te perdonaré, brujo, nunca.

  Geralt espantó a un mosquito que le zumbaba junto al oído, caminó con lentitud hacia el fuego ante el que unas escasas palmas recompensaban la actuación de Jaskier. Miró al cielo granate por encima de la dentada y negra cadena de cumbres. Tenía ganas de reír. No sabia por qué. 

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viernes, 30 de agosto de 2013

Palabras y sueños.

Con mis palabras en armonía, dejo caer mi última gota de esperanza, trémula, en una taza de café moviéndose, buscando ir a aliviar la sed de otras. Palabras tímidas, ilusionadas y aún asustadas porque no saben cuando van a morir. No las diría si no encontrara la posibilidad de que me preguntes aún en tu pesar, si no pudieran bailar desde tus oídos a tu pecho para soñar con un latido más fuerte que el anterior. La palabra es esa sombra incansable, fiel, llena de certeza extraña... Y de repente llega la nada. Ríe mi alma, la persigo en mi búsqueda, puerta cerrada. Entre blancos y grises tu mano se hace ver para acariciar mis palabras, toca mi mano sin tocarla, parece, por un segundo, que me llevara a un mundo que extasía mi mirada, recordando los exhaustos gemidos del corazón. Entre palabras describo un mundo que nunca vivimos, un vacío lleno de nosotros, de lo que pudimos ser, atrapados en la frágil celda de un sueño. 

Todos los sueños merecen la pena. 







martes, 11 de junio de 2013

Como tú y como yo.

Como tú y como yo. He abrazado el cambio con la sonrisa del niño que vestía tu última sonrisa, que recordaba tu último perfume, que aún hoy, es mi sangre. El cambio es valiente, es tenaz, es un monstruo de cristal al que no hay que temer. Es una llave, un nuevo acertijo en la gran fortuna de la vida, joven y bella. 

Como tú y como yo. Se agrietan nuestros caminos que, como las heridas, ácidas, con lágrimas cicatrizan. Abrazaré el camino que me susurra que no mire a las nubes para evitar ver tu rostro, para evitar el sordo hábito de no olvidarte.


Como tú y como yo. Solo queda partir, echar vuelo. Deseando que el viento no me gima, que no me escurra entre deseos, que mis gélidos dedos no encuentren el hueco de tu mano, encontrar el suspiro que anhela solo verte sin sentir nada, nada para siempre.


Como tú y como yo. Añoro tu dolor, tu dolor que me da alas, dejando desteñida tu sombra. 

Hoy mi piel se cuartea, como los días cuando te sonreí. Toma ahora mis palabras antes de que marchiten, toma una de las mil que sembró tu risa en mi jardín. Que me acompañe la luna esta noche, ahora que me siento olvidado, ahora que dibuja mi sombra sin ti. Hoy puedo confesar, que las noches no te esperan. Hoy no es el fin. 




El Olvido


'' Y esa verdad será...que no hay olvido.'' 
- Mario Benedetti

Antígona

Seré un laberinto perdido en tu incertidumbre. Ciego, te acompañaré allá donde vayas, porque soy parte de ti, porque no me olvidarás. Ni la carne ni la peste, ni tu dolor ni mi muerte, serán mayor peso que el que dejo yacer sobre ti. Por ti soñaré con acerbas lágrimas que vierto a ambos lados, uno bajo la tierra en paz callada y otro sobre la firme tierra desolada. Ni tan siquiera tu viaje te separará de mi cuerpo, ni de mi mente te alejará tu recuerdo, dictador y tirano. Yo, rey de tu corona, se que dejo en ti lo mejor que he podido dar, que mil noches nos separarán y que no serás canción en mi diario. Serás firma, serás pluma, serás vida.

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lunes, 10 de junio de 2013

Arcana

Se enredaban mis dedos entre esperanzas, que morían en tu cuello, que brotaban de tus labios.
La noche azul que caía sobre el mundo; y sobre mis brazos te sostuve, serena e ingenua,
Callando el sollozo de un alma impávida con miedo a soñar;
Se encendía, sano, el sol entre mis manos.

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