se abren ventanas suficientes para todas las canciones,
mientras el tiempo que tanto sabía de mí se esconde tras un álamo.
Echo de menos un presente, dos caminos
y una mano que escoja libremente.
Bailando lejos, a paso lento,
en tiempos de viejos molinos y noches arcanas,
allá donde la mirada alcanzaba para ver el celaje gris entre sus cabellos.
Ante mí la tímida luz de sus ojos, el sol enredando mis dedos.
Hoy el viento arrasa los valles de mi hogar,
y la ciudad no sabe lo que pasa,
y el corazón no sabe lo que quiere.
Creí amarte en la clausura de tu ausencia,
creí saberte mía aunque no lo fueras.