Quién podría creer la suerte de mis ojos, encontrarse torpe en el aire una mirada despojada de secretos, desnudándonos, descubriéndonos el uno al otro.
Yo creí verte detrás de esa cortina, creí arrojarnos a ese mismísimo silencio. Allí permanecimos como un grito, cerramos nuestros ojos en voz baja, y mi sombra cansada se deslizó tras de mí.
Cuando el sueño me abrace, roba mi mano, no soy extraño a los latidos de tu corazón nuevo, no soy ajeno a tu nostálgico abrazar. Que gima el tiempo ahora en mi paz, que yo dejaré mi amor ardiendo en los caprichosos vientos de tu azar.
Me cuesta creer que el placer de tu presencia será tristeza por la mañana, que cuesta creer que en tus ojos dormidos estén aún vivos mis recuerdos, que cuesta creer que ese amor que destilas, que esa remota sonrisa que me destinas no es el desnudo de tu verde mirar.
Ella duerme ahora, duerme y despierta sus sueños, al amanecer recogerá su beso y sus días, y dejará los cansados deseos tendidos en el balcón.
'' Puedes venir a reclamarte como eras.
He conservado intacto tu paisaje.
Lo dejaré en tus manos
cuando éstas lleguen, como siempre,
anunciándote. ''
He conservado intacto tu paisaje.
Lo dejaré en tus manos
cuando éstas lleguen, como siempre,
anunciándote. ''
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